Reseña crítica: Filme basado en una novela de Cornell Woolrich que larga con los tapones de punta y se encamina en el estrecho límite entre el thriller y el filme sobrenatural. La joven Jean Courtland (Gail Russell) intenta suicidarse arrojándose a las vías del tren pero su prometido Elliott (John Lund) la salva en el último instante. Agobiada por la profecía de que va a morir bajo "un cielo de estrellas", Jean y Elliott se encuentran con el causante de esa aflicción, un mentalista de oscuro pasado llamado John Triton (Edward G. Robinson). Esperando que aclare el asunto, Triton les cuenta la historia de su vida y se toma para ello 1/3 de película. El flashback nos lo muestra como un adivino que monta un espectáculo con su novia (Virginia Bruce) y un socio pianista (Jerome Cowan). El acto, que consiste en que Triton lea la mente y el futuro de los espectadores, se complica cuando el artista tiene auténticas premoniciones que se cumplen fatídicamente. Estas son las visiones que, 20 años después de separarse, motivan que regrese a tratar de salvar la vida de su antiguo socio, ahora convertido en un multimillonario. De los dos thrillers, ambos de grandes aspiraciones, que John Farrow filmó para la Paramount en la temporada 1948, el que nos ocupa está ubicado por debajo del nivel satisfactorio de THE BIG CLOCK (El Reloj Asesino-1948). Buscando precedentes argumentales con otra película, recordamos la también superior NIGHTMARE ALLEY (Callejón de las Almas Perdidas-1947) de Edmund Goulding con Tyrone Power en el rol del adivino. Diversas falencias jalonan la trama de NIGHT HAS A THOUSAND EYES, comenzando por la ausencia de lógica en la interacción de unos personajes y falta de explicación de la conducta de otros. Otro detalle importante que ocurre en el desenlace nos trae a la mente el final de THE BLACK CAT (El Gato Negro-1934) de Edgar Ulmer. Y un detalle argumental -que no revelaremos- que en 1934 ya era de difícil digestión, en 1948 ya provoca cólico. Aún así, Farrow aumenta la apuesta, utilizando una cámara increíblemente dinámica, generando climas misteriosos con el mínimo diálogo y disponiendo unas memorables sombras. El elenco brinda lo mejor de si, Gail Russell en el papel a que nos tiene acostumbrados, de jovencita enfrentada a cuestiones extraterrenas que superan a cualquier ser humano; John Lund dando un galán apropiado; William Demarest como detective de homicidios aportando una dosis medida de cuota cómica que nunca cae en el abuso; y por último Robinson, en un rol a todas luces opuesto a su "Physique du rôle" del que logra sacar digno partido a través de una gesticulación emotiva y el más ornamentado desenvolvimiento psicológico de su personaje que la extravagante trama le permite. Como consecuencia y, a pesar de todo incluyendo el detalle citado, el filme llega a gozar de un aceptable clima de suspenso. [Cinefania.com]
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